¿En qué ojo está la mota de polvo?
Qué fácil es criticar
Si alguien tuviera la brillante idea de montar un curso bajo el título “aprender a criticar en sólo 24 horas”, me parece que le sobrarían profesores y probablemente tendría que suspenderlo por la falta de alumnos. Yo no recuerdo en qué curso de la EGB (¿os acordáis de la EGB? Posiblemente muchos de vosotros no habías nacido) nos enseñaron a criticar, ¿en qué momento de nuestra vida y dónde adquirimos esos aprendizajes? Tranquilos no existió esta asignatura en ningún programa. Muy posiblemente porque el ser humano ya lleva la información necesaria de “experto en criticar al vecino”, en alguno de los cromosomas de nuestra cadena de ADN.
No, no penséis que me pongo a escribir sobre este tema después de haber sido pasto de críticas. Simplemente me apetecía reflexionar (en voz baja) sobre esta…dejadme que la califique como “plaga”. Lo cierto es que somos maestros en el arte del criticar. Seamos sinceros, ¿quién no ha puesto en práctica esta habilidad en los últimos 2 días, …5? Máximo 7. Escribir sobre las críticas me va a ayudar a cumplir mi primer compromiso para este nuevo año 2017. Me comprometo a criticar menos.
Somos expertos en ver la paja en el ojo ajeno, y no vemos la viga en el nuestro. Tan antigua es la expresión que ya aparece en la Biblia: “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo”, tú que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Lucas 6, 41-42). Y debió ser por la importancia y trascendencia de su contenido, que Miguel de Cervantes también se hizo eco de ella, en la que resultó ser su obra maestra: “El que vea la mota en el ojo ajeno, vea la viga en el suyo” (El Quijote II 43).
El mensaje es claro y conciso, y no genera ningún tipo de duda. Con mucha facilidad nos damos cuenta de los defectos ajenos, cuando probablemente los nuestros son mayores y, además, con o sin intención de generar daño (que cada uno haga su propia valoración), los externalizamos y gritamos a los cuatro vientos, para asegurarnos que se entere el máximo de personas.
Podemos definir “crítica” como aquel comentario que hacemos de una persona, y que por lo general no tiene contemplación alguna. Cuando decimos que alguien está “actuando mal” o es una mala persona porque “hace esto o lo otro” estamos haciendo una evaluación, es decir estamos utilizando el juicio. Cuando criticamos no solemos hacemos un análisis previo, simplemente juzgamos de forma negativa. Por lo tanto, criticar es igual a expresar opiniones o juicios negativos y contrarios sobre una persona, cosa o acción.
Todos tenemos defectos, y como he comentado, nuestros fallos en ocasiones pueden ser incluso más graves que aquellos que cometen las personas que criticamos. Nos erigimos en jueces que juzgan y condenan sin piedad a todo el que se nos pone delante, a la vez que hacemos “la vista gorda” con nuestra propia conducta, y la justificamos o buscamos excusas (de nuevo vemos la paja en el ojo ajeno) para que sea aceptada por los demás.
La costumbre de criticar acabará por volverse en nuestra contra, generándonos problemas a nosotros mismos. Esta forma de comportarse va a incidir sobre nuestra estabilidad emocional, nos acaba definiendo ante los demás y nos va a impedir mejorar como persona y como profesional. Detrás de la crítica se esconde la soberbia, ya que cuando yo critico a alguien, sin darme cuenta, estoy diciendo: soy mejor que esa persona; y también la envidia, es decir, el reconocimiento implícito de la inferioridad. No hay que olvidar que somos el resultado de lo que hemos sembrado y corremos el riesgo de convertirnos en lo mismo que criticamos.
El ámbito del deporte no se escapa a esta situación, porque sus protagonistas son personas y en él hay mucho profesional de la crítica. Sin duda podemos encontrar grandes especialistas en echar balones fuera, porque la crítica es la fuerza del impotente. La crítica suele aparecer acompañada de las excusas y las comparaciones. ¿verdad que también las usamos mucho? Viene a medida la frase de Miguel Delibes: “Cuando a las gentes les faltan músculos en los brazos, les sobran en la lengua.”
Acabo con esta reflexión de San Francisco de Sales: “Cuando nos enfocamos en criticar los errores de los demás, descuidamos nuestro propio desarrollo. Si algo te molesta de alguien, pregúntate si tú no haces lo mismo, algunas veces. Reprender a los demás es muy fácil, pero es muy difícil mirarse bien a sí propio.” Reitero, mi compromiso para el recién estrenado año 2017: menos críticas y más autocrítica. ¿Te apuntas?
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