La cobardía
on Sábado, 29 Julio 2017. Posted in 2017, Julio 2017
“Los cobardes nunca comienzan, los débiles nunca terminan, los ganadores jamás renuncian.”
Llevaba tiempo con ganas de escribir unas líneas que me permitieran reflexionar en voz alta sobre la cobardía. Quizá motivado por alguna experiencia personal vivida en los últimos meses. Es un tema muy delicado y mi única pretensión es que aquellos que leáis este post penséis sobre lo que aquí digo.
En la mitología romana, Virtus era la deidad de la valentía y la fortaleza militar, la personificación de la virtus romana (virtud, valor). Para algunos eruditos, el equivalente griego era Areté. Esta deidad fue representada de varias formas. Por ejemplo, en las monedas de Tétrico, puede aparecer como una matrona, un anciano o un hombre joven, con una jabalina o vestida sólo con una capa. https://es.wikipedia.org/wiki/Virtus_(mitolog%C3%ADa)
Podemos definir la cobardía como el miedo o falta de valor ante situaciones difíciles, peligrosas o que conllevan cierto riesgo. La vida está llena de este tipo de situaciones. Tanto en el ámbito profesional como en el personal. En cada caso las circunstancias concurrentes son diferentes y es muy atrevido pretender generalizar o dar sermones sobre lo que hacer o no hacer. No obstante, el gran Mahatma Gandhi dijo: “Los cobardes mueren muchas veces antes de morir”. Da para pensar.
Aunque el ámbito personal y profesional están más relacionados de lo que en muchos casos debería (inciso: aprovecha estos días de verano para desconectar al máximo del trabajo), yo me voy a centrar en la actitud cobarde que se muestra dentro del ámbito laboral. Una primera conclusión a la que he llegado es que la cobardía es uno de los motivos que nos impiden salir de la zona de confort.
Alguien nos dejó esa frase de “los cementerios están llenos de valientes”. Sinceramente yo creo que es más acertado hablar de “imprudentes”. No creo que la valentía y la imprudencia vayan unidas de la mano. Tan imprudente puede ser un valiente como un cobarde que no valora las consecuencias de su actitud. Lo cierto es que muchos justifican actitudes cobardes bajo el disfraz de la prudencia. El cobarde se llama así mismo prudente.
La cobardía puede mostrarse como un comportamiento provocado por la voluntad de la propia persona. Es una decisión libremente aceptada, sin presiones, sin condicionantes. Creo que en este caso la cobardía forma parte de la propia personalidad de esa persona. Hay personas que les cuesta más tomar decisiones drásticas, que cambien su rutina diaria, que les hagan salir de su estado de confort. Son personas sin grandes anécdotas ni sobresaltos, sin grandes emociones o experiencias que contar.
Pero en otras ocasiones, el no atreverse a hacer algo, a adoptar una actitud valiente, viene provocado/forzado por circunstancias externas tales como el trabajo, el jefe o superior, la familia o los amigos. El individuo se ve obligado a adoptar un comportamiento que con toda probabilidad supone un choque frontal con sus valores, competencias y necesidades. Su actitud no es libre, está sometida a una coacción, a unas circunstancias que le “invitan” a ser cobarde. Y sin lugar a dudas, la persona sufre y mantiene una lucha interior que le produce un estado de insatisfacción permanente. No es fácil dar un paso adelante. Las personas que están en esta situación me dan pena y las animo a que reflexionen y se replanteen su futuro.
Por ejemplo, mantenerse en un trabajo en el que tenemos un jefe dictador, que impone sus decisiones por encima de todo, que no escucha a sus trabajadores, que llega incluso a humillarte, en mi opinión es una actitud cobarde. Sobre todo si continuamente no dejamos de quejarnos del trabajo y de nuestro jefe. ¿En qué quedamos? Si no tienes otra opción laboral, al menos afronta con valentía la situación actual. Debes ser fiel a tus principios, a tus valores, a tus convicciones, y tienes el derecho a expresarlos y defenderlos. La “prueba del algodón” es muy sencilla: si sabes lo que es justo y no lo haces, algo está fallando. Ya lo dijo Confucio, “La peor cobardía es saber qué es lo justo y no hacerlo”.
La cobardía nos hace mediocres. Quizá el deporte sea un buen espacio para vencer situaciones de riesgo o extremas, para vencer esa cobardía que nos acompaña en el trabajo. El deporte es aventura, nos educa y prepara para afrontar situaciones complicadas. Francisco de Quevedo nos dejó una frase para una última reflexión: “El valiente tiene miedo del contrario; el cobarde, de su propio temor”. Tú mismo, la decisión está en tus manos.